lunes, 22 de noviembre de 2010

"El ojo"


Se hizo obvia una cosa que había sospechado desde hacía tiempo: la absurdidad del mundo. Inesperadamente me sentí increñiblemente libre y la libertad misma era un indicio de ese absurdo. Cogí el billete de veinte marcos y lo rasgué en trocitos. Me saqué el reloj y lo golpeé contra el suelo hasta que se paró. Se me ocurrió la idea de que, en ese momento, si lo deseaba, podía salir a la calle y abrazar con vulgares manifestaciones de placer a la mujer que quisiera, o disparar sobre la primera persona que encontrara, o romper el cristal de un espacarate... Eso era todo lo que se me ocurría: la imaginación de las ilegalidades tiene una escala limitada. "El ojo" Vladimir Nabokov





Pensábamos a la vez cogidos de la mano.
Aunamos belleza y catástrofe.
A veces se muestran y rien delante de ambos.
No hay balas para sentimientos invencibles e invernales.
Las sábanas lo envuelven todo.

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