
Había vagado por la ciudad con puntos fijos a los que seguir. Cruzaba caras perdidas que no lograba perfilar. No faltó en mi cara una sonrisa por educación. A veces me sorprendía la potencia con la que aparecía.
Digerir la comida a solas provocó que derramara el agua por las alcantarillas. Hablar y lograr entender. Estaba hecho. Ahora había que cargar con las palabras.
Me asusto cuando no veo el mundo tras mis ojos. Se reconvierte en esquinas peliagudas.
Meses de éxtasis. Ahora quería llevar la tristeza con gusto. Sola. Habría empezado a caminar mientras desechaba ideas descabelladas que surgen en esos momentos de despilfarro enérgico. El cuerpo se renunciaba a crecer. Entonces ya era gigante.
